En esta ocasión voy a seguir el camino empezado con mi anterior publicación, https://isaacsanchezcoach.com/?p=508#page-content, en la que hablaba de “Propósito”. Estamos a finales de enero de 2021 y han pasado ya suficientes días para que sepas cuántos de esos nuevos propósitos, que daban vueltas en tu cabeza a finales de 2020, se han convertido en realidad, cuántos has puesto en marcha y cuántos has abandonado u olvidado.
Si no has conseguido incluir esos nuevos hábitos, esas nuevas actividades en tu vida es muy posible que falte algo de reflexión sobre su importancia para ti.
Primero, ¿Para qué quieres esos cambios en tu vida? La respuesta a esta pregunta debe estar clara, es decir, qué te van a aportar esos nuevos hábitos o actividades en tu vida, qué persona diferente vas a ser si consigues incluirlos en tus rutinas diarias.
Segundo, ¿Qué te falta para asumir la RESPONSABILIDAD ABSOLUTA para que esos cambios se produzcan?
Hablo de responsabilidad porque es lo que necesitas para hacer realmente lo que quieres con tu vida, no lo que los demás esperan o desean, sino lo que realmente a ti te llena y te sale de dentro.
Una vez sabes lo que quieres, necesitas tomar decisiones para conseguirlo, decisiones sobre las cosas que están bajo tu control. Es ahí donde tiene que empezar tu responsabilidad hacia ti, comprometiéndote a no ponerte excusas, porque las excusas ya no son para la gente de fuera, sino hacia ti por no cumplir con las decisiones que has tomado.
Si no eliges lo que es importante para ti y no decides por ti mismo, alguien lo hará por ti, incluso en esas cosas que dependen de ti al 100%, cederás el control. Cuando eso te ocurra, si no te ocurre ya, te sentirás frustrado, resentido y resignado, y pensarás que es culpa de todo el mundo menos de ti, ERROR, es tú responsabilidad que eso no ocurra ¿estás dispuesto a asumirla?
Llegados aquí puede ser que quieras hacer muchas cosas a la vez, quizá son demasiados los objetivos y no sepas como decidir. El exceso de propósitos nos dispersa y nos bloquea, y al final nos quedamos sin nada.
Resulta esencial que sepas decir NO a algunos de ellos, para poder decir SI a otros y dedicar tus recursos a ellos. El inversor Warren Buffett utiliza la regla del 25-5 para reflexionar y decidir:
Haz una lista de las 25 cosas que quieres hacer en la vida.
De esa lista, escoge las 5 más importantes.
Céntrate en esas 5 y olvida el resto, no vuelvas a pensar en ellas.
Responsabilidad absoluta significa dedicar todos tus esfuerzos y recursos para conseguir esas 5. Sólo decir SI a lo que se encuentre alineado para conseguir esas 5 cosas, y decir NO a todo lo demás.
Ser protagonista de tu vida no es sencillo, supone aceptar que te haces cargo de ti mismo pase lo que pase, sin excusas. Las excusas sólo te quitan poder y energía.
El protagonista es responsable, no es que lo solucione todo, elige enfocarse en las cosas que están bajo su control, y eso es lo que le hace capaz de responder a lo que le trae la vida.
Esta forma de vivir te dará la tranquilidad y la paz interior basada en enfocarte en cada momento en lo que es importante para ti y en dar tu máximo para conseguir lo que quieres, eso que te llena y que sabes que no te supone ningún esfuerzo, eso que sale solo y te hace disfrutar… ¡Justo eso que estás pensando ahora mismo!
¿Crees que puedes comprometerte contigo para conseguir lo que deseas?
Estamos en unas fechas que nos invitan a pensar en nuevos proyectos, en nuevas actividades, en cambiar de hábitos… En definitiva, que nos invitan a comenzar un capítulo nuevo en nuestra vida.
Todos conocemos esta sensación, y también conocemos que pasado un primer momento en el que somos todo empuje, nos desinflamos y volvemos a lo que siempre hemos sido.
No nos preguntamos por qué no hemos podido seguir con ese cambio que queríamos, lo único que hacemos es buscarnos excusas para eludir nuestra responsabilidad sobre el tema, nos hacemos la víctima, que es una posición muy cómoda, aunque sin ningún tipo de poder para cambiar la situación porque estamos dando ese poder al exterior, no puedes cambiar algo de lo que no eres parte, y si eres víctima no eres parte del problema…
Quizá te pueda ayudar plantearte los motivos reales de ese cambio que quieres conseguir, buscar en tu interior qué es lo importante para que quieras hacer ese cambio, y si descubres que es algo que te merece la pena, que es algo que te emociona y que te permite comprometerte y asumir la responsabilidad de llevarlo a cabo, continuar en la reflexión.
Esa continuación es el precio que tienes que pagar para conseguir ese cambio, ¿estás dispuesto a asumirlo? ¿estás dispuesto a comprometerte contigo mismo para conseguirlo?
Si te sientes abrumada por las respuestas, porque el cambio implica muchas más cosas de las que en un primer momento podías imaginar, no te rindas, intenta dividirlo en partes mas pequeñas que te puedan resultar más asequibles, más fáciles para comprometerte y conseguir ese objetivo final. De esta forma el precio a pagar por cada parte será menor, y además la satisfacción de poder conseguir los pequeños objetivos que te lleven a conseguir el objetivo mayor harán que tu compromiso aumente.
No seas exigente contigo, se excelente, da cada día tu máximo y no pongas la mirada en el resultado, sino en tu esfuerzo continuo, ese que te hará conseguir ese cambio que deseas. No lo olvides, hacer algo, por poco que sea, siempre es mejor que no hacer nada.
Si tu situación ahora mismo no te gusta, es desagradable, contéstate esta pregunta:
¿Cómo será esa situación dentro de 5 años si no empiezas a hacer algo ya?
La RAE define propósito en sus dos primeras acepciones como:
Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo.
Objetivo que se pretende conseguir.
Piensa cuál es tu propósito más importante, ese que te da ánimo a moverte, ese que quieres hacer real, ese objetivo que quieres conseguir que haría cambiar tu vida y te haría sentirte y ser una persona diferente, ese propósito que depende exclusivamente de ti, de nadie más, porque vas a ser tu quien pague el precio por conseguirlo y porque de esta forma no podrás eludir tu responsabilidad para conseguirlo.
No todo es bonito en este camino, la vida no es un camino de rosas, en la vida se sufre, tiene un nivel de sufrimiento base, podemos decir, es un juego en el que siempre vamos a perder, porque antes o después vamos a morir.
Si tienes esto claro, ese sufrimiento se puede llevar de forma diferente si decides trabajar para conseguir ese propósito para este nuevo año, o paera el resto de tu vida, ese objetivo que deseas y que ahora mismo no te atreves ni a plantearte, esa transformación personal que quieres conseguir y que te hará una persona diferente.
No tardes en decidirte, sólo tenemos una vida y no sabemos cuando se va a terminar el juego, no nos lo planteamos, pero este no es un juego infinito, de la mejor manera que puede terminar es haciéndonos viejos, enfermando y muriendo.
Por eso te animo a que comiences el camino hacia tu objetivo cuanto antes, nada de lo que acumules te lo podrás llevar si se acaba tu juego, en cambio, el camino para conseguir tu propósito mientras juegas te dará una nueva forma de caminar por la vida, te hará una persona diferente.
Hasta el sufrimiento lo vivirás de forma diferente, porque lo que hasta ahora vives como un problema, lo verás como una posibilidad para seguir creciendo, prueba, la próxima situación en la que estés que te haga sufrir contéstate esta pregunta:
¿Qué puedo aprovechar para mi de esto que me está pasando?
Nos vemos en el camino, confía en ti, no creo que nadie te quiera más que tú.
Todos parece que tenemos claro a qué nos referimos cuando hablamos de necesidades. La pregunta es:
¿Tenemos cubiertas todas nuestras necesidades?
Esta pregunta puede derivar en otra:
¿Tenemos cubiertas nuestras necesidades internas?
Y claro, ante ésta última aparece en escena otra pregunta:
¿Cuáles son nuestras necesidades internas?
La base de nuestro bienestar, de nuestra felicidad está ahí, en conocer y hacer todo lo posible por satisfacer nuestras necesidades internas, de esta forma podremos ocuparnos mejor de los demás, porque primero nos habremos ocupado de nosotros. Es decir, empezar de dentro hacia fuera, para así poder ocuparnos de las de los demás, si llega el caso.
¿Cómo saber que no están satisfechas?
Es más fácil formular la pregunta que responderla. Voy a intentar contestarla utilizando frases típicas que usamos si no lo están y sensaciones que tenemos:
“Me siento rara pero todo va bien”
“Es una mala racha”
“Noto presión en el pecho y me encuentro nervioso sin motivo”
“La verdad es que no duermo bien hace tiempo”
“Si, ya se que es lo de siempre… Se me pasará”
“Es como una sensación que tengo dentro que me hace sentir que me falta algo”
Todo lo anterior tiene un punto en común:
No estamos ocupándonos de satisfacer nuestras necesidades internas.
Habrá quien no las conozca, habrá quien las intuya y no le gusten porque sospeche que para satisfacerlas será necesario mucho trabajo interior (que se mostrará en el exterior en nuestras relaciones) que sacará a la luz muchas cosas a las que no quieren hacer frente y habrá quienes las conocen, pero no se atreven a satisfacerlas porque hasta este momento el nivel de sufrimiento que les provoca es tolerable, todavía pueden sufrir más, o por lo menos eso creen, lo que no terminan de ver, no son realmente conscientes, es la factura que deben pagar para ese poco más de sufrimiento.
Estas últimas personas normalmente han creado un discurso perfectamente estructurado y lógico, con el que hacer frente a las sensaciones desagradables que ciertos estímulos externos les provocan, recordándoles que necesitan ocuparse de sus necesidades. De esta forma se protegen de personas, conversaciones y situaciones que puedan hacer visibles esas necesidades internas no satisfechas.
Este discurso está repleto de excusas y de historias que han construido a lo largo del tiempo que les sirve para justificar sus comportamientos ante los demás, pero sobre todo ante sí mismos por su falta de acción y de movimiento hacia la satisfacción de esas necesidades internas. Les da tranquilidad, una falsa y momentánea tranquilidad, hasta el próximo estímulo que haga que se vea que esa necesidad interna no está satisfecha.
Lo cierto es que lo único que hace falta para empezar a ocuparse de ellas es querer hacerlo, hacernos responsables de nosotros mismos desde dentro y dejar de poner la responsabilidad fuera para justificar lo que nos falta, en definitiva, dejar de hacernos la víctima y convertirnos en protagonista de nuestra vida.
Algunas preguntas que se me ocurren para que te ayuden a reflexionar son:
¿Qué es lo que te impide ser protagonista de tu vida?
¿Qué miedo/s hay detrás de ese comportamiento?
¿Qué sientes cada vez que explicas tu discurso tan bien estructurado?
Resulta curioso lo difícil que nos resulta encontrarnos a nosotros mismos, sobre todo cuando pasamos el 100% del tiempo en nuestra compañía, es paradójico.
Sin embargo, no vivimos para nosotros, vivimos para nuestra familia, para nuestros amigos, para nuestros compañeros de trabajo… Vivimos para la máscara que hemos elegido llevar en la sociedad.
Vivimos para tener éxito, para ser amados, para ser reconocidos, para obtener riqueza, para sentir que pertenecemos a un grupo, para encajar en lo que se espera de nosotros, para intentar controlar lo que nos sucede, para conseguir la seguridad que nosotros mismos no nos damos.
Todo lo anterior tiene un denominador común, nuestro ego. Es el ego el que a través de sus miedos, ambiciones y deseos maneja nuestra vida. Al no ser nosotros mismos quien decidimos, nuestro impulso basado en el ego es tomar decisiones influenciados por factores externos “¿Qué pensarán los demás?¿Qué más cosas puedo conseguir?”
Definir el ego es algo enrevesado, no somos nosotros, ahí no está nuestro talento ni nuestro propósito de vida.
El ego es un personaje que creamos para sobrevivir emocionalmente desde que nacemos, dejamos de ser nosotros para ser lo que creemos que las personas que nos rodean quieren que seamos. Lo crea nuestro instinto de protección.
La parte menos agradable es que poco a poco nos va separando de quien realmente somos, de nuestro verdadero YO, para convertirnos en una máscara que sirve para ser aceptado socialmente dentro de los grupos donde nos relacionamos, creando una personalidad en función del exterior, pensando que toda la vida seremos vulnerables y dependientes como cuando éramos recién nacidos.
El día que descubrimos un poco de nuestra verdadera personalidad, de nuestra verdadera esencia, de nuestro verdadero propósito de vida, nos suena raro. Es en ese momento cuando el ego se vuelve mas enérgico buscando mil excusas para que no sigas descubriéndote, porque eso hace que pierda su importancia e influencia en ti. La buena noticia es que una vez que hemos abierto un poco la puerta detrás de la cual se encuentra nuestro verdadero YO, nada será igual, no podremos cerrarla y todo lo que hagamos estará dirigido a seguir descubriéndonos, a seguir encontrándonos.
Es muy posible que nuestro mundo exterior cambie a nuestro alrededor, porque nuestra mirada ya no es la misma.
Es probable que algunas personas dejen de relacionarse con nosotros, o que cambien su forma de relacionarse con nosotros, o que aparezcan nuevas personas con las que relacionarnos, todo es perfecto y normal. Lo que ha cambiado es nuestro interior, hemos empezado a responsabilizarnos de nuestra vida y de nuestras decisiones, ya no dependemos del exterior, no esperamos nada del exterior, sólo nos fijamos en lo que necesitamos en nuestro interior.
Esas nuevas necesidades que nos surgen son nuestras, son internas, son vitales para nosotros. A partir de ese momento tomamos las decisiones basándonos en cómo podemos satisfacer nuestras propias necesidades internas. Van desapareciendo las dudas y es cuando aparece esa seguridad que llevamos tanto tiempo buscando.
Nada será igual a partir de ese momento, eso si, la sensación inicial de miedo a lo desconocido irá dando paso a una sensación de serenidad y de plenitud a la hora de tomar decisiones y de desenvolvernos que irá aumentando según vayamos descubriendo, poco a poco, qué es lo que hay detrás de esa puerta que sólo hemos abierto mínimamente.
Ya sabéis, sólo es necesario empezar con un pequeño paso, querer abrir la puerta, después, los demás vendrá solo.
Esta palabra tan conocida, tan usada, tan demandada… Muchos de nosotros hemos perdido el sentido que tiene, querer estar para el otro.
Hace pocos días he podido sentir en primera persona lo que significa, es algo inmenso, incontrolable, te llena de tal forma que no puedes evitar llorar.
Hace pocos días se reunieron conmigo muchas de las personas más importantes de mi vida, hicieron esfuerzos considerables por estar a mi lado y por eso les di las gracias, y hoy vuelvo a dárselas desde estas líneas.
Como me dijo hace poco una amiga “EL AMOR NO TIENE MIEDO”, que cierto es. Todos hicieron esfuerzos de una manera o de otra, todos quisieron estar aunque las circunstancias no fueran favorables, da igual que fuera físicamente o de forma virtual, estuvieron a mi lado, y eso es amor, hacer que la otra persona sepa que estás ahí siempre.
En estos tiempos que nos ha tocado vivir parece raro hablar de amor, y sólo se entiende muchas veces en una relación sentimental. Sin embargo, yo me refiero al amor por el otro sin necesidad de que sea pareja sentimental, me refiero a querer siempre y por encima de todo estar para el otro en el momento en el que pueda necesitarte, me refiero a hacerle visible lo importante que es que esté en nuestra vida.
Escribo esto mirando al mar, escuchando las olas romper y acordándome de cada momento compartido con todas las personas importantes de mi vida. Como les pude decir hace unos días, soy quien soy gracias a ellos, a como se han relacionado conmigo y a todo lo que me han aportado.
Gracias de nuevo.
Ese amor que me habéis dado siempre es lo que me ha traído hasta aquí, ha sido un camino interesante, con muchos regalos, aunque algunos no supiera verlos al momento.
Esto último es lo que quiero transmitir, lo importante que es demostrar el amor que sentimos por las personas que nos rodean y que son importantes para nosotros.
El amor nos hace crecer a todos, no lo guardes por miedo o vergüenza, piensa cómo puede sentirse quien tienes enfrente al sentir el amor que le das, y el bien que puedes hacer con algo tan sencillo.